Gimnasios
Los gimnasios son lugares fríos con luces fluorescentes. Nada más entrar, un guantazo sudoríparo invita a abandonar la estancia. Nos recibe un sonriente monitor (de los de carne y hueso) con una tabla de ejercicios bajo su ingente brazo. Quiere entrenarnos para que consigamos otros brazos ingentes como los suyos. Las piernas le dan igual. Le damos las gracias, pero le decimos que solamente venimos a echar un ojo, que somos mirones de gimnasio. Su sonrisa desaparece y se marcha a entrenar a otras personas más motivadas.
Los gimnasios son lugares de culto al cuerpo, donde, como acabamos de comprobar, se permiten las obviedades. En un gimnasio es difícil aburrirse. Uno puede practicar Spinning, Pilatos, Step, Gromenagüer, Agua-Gym, Body-Burn, Estreptococos, y un sinfín de actividades cardiopulmonares.
La mejor parte de un gimnasio es la zona de musculación, donde ávidos forzudos cipotudos levantan las propias máquinas para conseguir fabricar todavía más músculo. Más, por favor. Necesitan más músculo. Luego hay que alimentar a esos músculos, pero esa es otra historia.
Los gimnasios, en definitiva, son lugares fríos con luces LED recién instaladas, donde un servidor es incapaz de permanecer más de 35 minutos sin empezar a mutar.
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