Ladrones posmodernos
Eran ladrones de guante blanquísimo, impoluto. Ladrones pacíficos, contrarios a la violencia. Entendían el robo como un arte, y decían lo mismo que todos los artistas: "también hay que comer".
Asaltaban a las viejas por la calle cortándoles la correa del bolso con unas tijeras, sin tirón: una sutileza. La vieja en cuestión no se daba ni cuenta hasta llegar a la frutería.
Otras veces entraban a las cámaras de los bancos disfrazándose de personalidades políticas, y también impartían cursos de autoayuda, liderazgo e inversión en criptomonedas (a los pocos alumnos que conseguían ganar bitcoins también se los robaban, por si acaso). Era el robo posmoderno.
Por lo demás, era gente corriente, tenían 2,1 hijos por mujer, se comían mucho las uñas y estaban intentando dejar de fumar con métodos novedosos.
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