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Mostrando entradas de mayo, 2022

Él

Escribió un libro hablando de su vida, de la terrible y dolorosa adolescencia que tuvo que soportar. Lo editó, lo maquetó y lo autopublicó. La portada también la hizo él, y decidió que sería una fotografía de él mismo. En la contraportada incluyó una cita suya recomendando el libro en cuestión. Luego lo presentó en su propia librería, en un acto al que solo acudió él.

¿Qué tal un poco de alergia?

Un centro médico pionero propone una terapia innovadora contra el estrés. Se trata de inocular, mediante un proceso avanzadísimo de última tecnología epigenética, una alergia temporal muy grave en el paciente. Lo venden con el eslogan "¿Qué tal un poco de alergia?" Los alérgenos a elegir son amplios y variados: polen, gluten, funcionarios públicos, marisco, cacahuetes, partidos políticos... Una vez elegido, el especialista alergólogo le inocula la espantosa sustancia y usted permanecerá terriblemente alérgico durante el periodo de tiempo incluido en el pack. En las próximas semanas, el paciente se encontrará próximo al desfallecimiento, aprenderá lo que es la vida y, en palabras del propio equipo médico, "a dejarse de tonterías".  Si se logra superar el tratamiento, los restos de la sustancia se eliminan por vía fecal, y el paciente gozará de una relajación y una paz mental sin precedentes. ¿A qué espera? ¿Qué tal un poco de alergia?

¡Que me muera ahora mismo si no es verdad!

Y se murió. Le dio un repentino ataque al corazón y se cayó al suelo dándose un porrazo en la cabeza contra un banco. Igual que a él, la Muerte empezó a sobrevenirle a todo el mundo que la tentaba para apuntalar su coartada o su argumento. Maridos y esposas infieles, trabajadores en falso paro, políticos en campaña electoral, el panadero asegurando que no había utilizado aceite de palma en la tarta de cumpleaños.  Todos la palmaban al momento de pronunciar esas palabras. Da igual que la mentira fuese más o menos grave, más o menos relevante. La Muerte no entiende de relatividades. Si decidieras orinar encima de un tendido eléctrico, morirías electrocutado, porque la orina, efectivamente, sale de ti, igual que las palabras "Que me muera ahora mismo si no es verdad". Lo cierto es que tiene su lado bueno. Ya no hace falta subir a un rascacielos, comprar un revólver o una caja de somníferos. Ahora basta afirmar que el mundo es un lugar justo y lleno de oportunidades. Que me muera

Validez Permanente

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Año 10.000 Después de Jesucristo.  La sociedad hiperdesarrollada, después de varias autodestrucciones y quince Guerras Mundiales, entra en pánico por un suceso inaudito. Aparece un adolescente de 82 años con una rara enfermedad que afirma ser un anciano pensionista procedente de un pasado remoto.  Declara estar preocupadísimo porque se ha dado cuenta de que le ha caducado el DNI permanente. Otra muestra más de la falta de previsión de la burocracia del pasado.

Mentha x piperita

La gente que fuma porros, se mete un tirito de coca de vez en cuando, o se inyecta heroína en vena me traen sin cuidado. Mi única adicción es la infusión de Menta, también llamada  Mentha x piperita. Usted seguramente no entienda lo que yo experimento cuando me bebo un vaso de agua hirviendo con hojas de Menta picadas y metidas en una bolsita. Lo más probable es que no tenga ni idea. Quizá me pregunta si esto es "como un Poleo Menta", y mi violenta respuesta sería que "NO". No tiene absolutamente nada que ver con una jodida Menta Poleo, que es bebida de viejas y señores a dieta después de almorzar. La Menta Poleo es a la Menta Piperita lo que un Fiat Panda a un Porsche Panamera. Sí, los dos tienen cuatro ruedas y te pueden transportar, pero solo uno de ellos te hace sentir la especie dominante del planeta.  Cuando bebo los primeros sorbos de una Mentha x piperita bien infusionada, uno siente un frescor mentolado recorriendo el esófago, como un aguardiente puro e in

La celebración del amor

Abelardo y Adelaida formaban la pareja más extraña que el mundo ha conocido. Y digo formaban porque ninguno de los dos existe ya, pese a su incipiente juventud. El motivo lo vais a entender en seguida. Mientras la mayoría de las parejas, más raras o normales, celebran su amor besándose en un idílico paraje natural, a veces a la vista de todo el mundo, Abelardo y Adelaida tenían una forma peculiar de demostrarse afecto: se tiraban insectos peligrosos a la cara. Uno de los dos encontraba un bicho en una planta, o debajo de una piedra, ya fuese una avispa o un alacrán, lo cogía cuidadosamente con los dedos y se lo tiraba a su compañero, barra, compañera. Se lo pasaban genial siendo picados por criaturas deleznables y recriminándose el uno a otro en tono jocoso que "vaya bicho más gordo, no es justo", a lo que el aguijoneado buscaba otro ejemplar, más asqueroso si cabe, y lo lanzaba con fingida inquina. Por supuesto, nunca hubieran tolerado ser picados por un insecto que les hub

El siglo de las sombras

Al principio pocos escribían y muchos leían. Luego, muchos escribieron y muchos leyeron. Ahora muchos escriben y pocos leen. Muy pronto, pocos escribirán y pocos leerán. Y al final, nadi

El diablo está en los detalles

En honor a R.P. Este es el extraño caso de dos jóvenes emprendedores que decidieron crear una agencia de comunicación novedosa y fresca. Fresca, que es la traducción literal del inglés del adjetivo "cool".  Después de más de dos años pensando la estrategia empresarial y ultimando los preparativos, cometieron un error gravísimo. Un error de los que pasan factura con muchos impuestos. Diseñaron las tarjetas de visita con una tipografía comercial que tenía derechos de autor. Derechos que no respetaron. Llevaban solo un mes funcionando cuando toparon con un cliente molesto, un cliente difícil; un cliente tocacojones. Se quedó mirando el texto de la tarjeta muy de cerca, extrañado, y les preguntó si habían pagado la licencia de uso de la fuente tipográfica. Nuestros dos protagonistas no supieron qué decir, y el cliente tocacojones les denunció. No solo no tuvieron éxito con su agencia, sino que ambos acabaron en prisión por un delito contra la propiedad intelectual. "El diab

Pequeños interruptores

Dicen que se volvió loco después de estar más de treinta y tres horas seguidas programando. Yo no soy programador, así que no puedo imaginarme en qué consistía lo que estaba haciendo. Pero sí puedo contar lo que empezó a decir tras volverse loco : El mundo es un entorno de pruebas. Una copia de seguridad del mundo real. El peligro de las ideas que tienen las personas que se vuelven locas es que son como pequeños gusanos, pequeñas lombrices que se introducen en tu cabeza y te van taladrando el cerebro sin que te des cuenta. Diminutos interruptores. Un día despiertas y te empiezas a fijar en cosas que antes no habías notado. Pequeños fallos de la realidad de los que solo tú eres consclente, piezas que no encajan. No le das mucha importancia, pero están ahí. Y también sabes que no debes hablarlo con nadie. Piensa en lo que dijo el programador. Piensa por un momento que fuera verdad. Que todo lo que conocemos no es más que una copia de otro mundo, con el único objetivo de hacer pruebas q

Tipos de personas molestas

Tipos de personas molestas: El interlocutor que solo responde con la última frase que acabas de decir, como si fuera un enorme y abrupto papagayo humano, la reafirmación hecha persona. En realidad, no te está escuchando, y solo es capaz de imaginarse delante de un espejo admirándose a sí mismo.  "Pues la verdad es que últimamente estoy un poco jodido" "Ah, ¿estás jodido?" "Sí, he suspendido el carné de conducir por novena vez..." "¿Por novena vez?"  El contacto en redes sociales que única y exclusivamente sube fotos de bebés, ya sean hijos, sobrinos, primos, o del catálogo del Carrefour. A nadie le interesan tus jodidas fotos de lactantes una y otra vez. Los bebés son feos por naturaleza, y son todos iguales. Nos da igual tu hijo, tu sobrino o tu primo. El típico familiar que te coge por banda para enseñarte treinta y siete vídeos de chistes verdes de los años 90 que le han llegado por wasáp. Te observa atentamente mientras los ves para comproba

Soles

En el ocaso, todos los que estábamos en el grupo nos quedamos sobrecogidos cuando al guía turístico se le escapó referirse al Sol como "los dos Soles" y supimos de inmediato que era extraterrestre. Otro extraterrestre más.

La habitación

Al principio pensaron que era un extraño patógeno. Luego, que era posible que hubiese algún tipo de toxicidad. Más tarde trajeron equipos de detección de radiación. Y el último en llegar fue un exorcista. Pero nadie consiguió encontrar una explicación razonable al hecho de que toda persona que entraba en la habitación moría a las 48 horas.

El método Bonifacio

Bonifacio siempre fue un chivato. Desde pequeño ya apuntaba maneras. En el colegio, cuando había exámenes, Bonifacio siempre se sentaba en la última fila para tener controlados a sus compañeros. Como además de chivato era empollón, le sobraba tiempo para observarlos a todos y fijarse en quién estaba haciendo trampas de alguna manera: El típico chaval poco espabilado que se copiaba teniendo el libro abierto en las piernas, y ni por esas aprobaba. El ingenioso, que desarrollaba instrumentos específicos para la copia, como un bolígrafo con una tira enrollable en la que metía una chuleta milimétrica impresa en Times New Roman tamaño 2. El tocahuevos, que se dedicaba a llamar por lo bajo al compañero de al lado para que le dictase la respuesta entera. ¿Cómo pensaba que iba a hacerlo? ¿Por lenguaje de signos, quizá? Y encima, nunca lo pillaban a él. El tecnológico, que se ponía un pinganillo y tenía un compinche dentro de una furgoneta aparcada en la esquina de la calle. El teatrero, que fin

El tipo más sociable

Anselmo era el tipo más sociable del barrio. Cuando salía con su grupo de amigos, se encontraba con gente cada tres calles. En los bares siempre conocía a los camareros, a los encargados y a los dueños. Se hacía fotos con todos, y, especialmente, con todas.  Frecuentaban toda clase de establecimientos: bares, clubes de alterne, pubs, discotecas... La ruta empezaba por el "Embeleco", cuyo dueño era íntimo amigo de Anselmo, y siempre se saludaban dándose unas palmaditas viriles en la espalda. Tomaban allí unas cañas y unas raciones, y seguían su plan nocturno. Cuando sus amigos le preguntaban, extrañados, de qué conocía a Fulano, o a Mengana, sus contestaciones siempre eran vagas y elusivas. Amigo de su cuñado, un antiguo compañero de trabajo, un antiguo ligue... Pero estas respuestas no les convencían, había algo extraño en su mirada cuando hablaba de ellos. Así que empezaron a indagar. Hicieron unas preguntas por aquí, y otras por ahí, pero no conseguían esclarecer nada. Una

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