Malos padres
Eran unos padres malísimos por voluntad propia. Se arrepintieron en seguida de haber tenido hijos, casi cuando aún no habían empezado a caminar.
Decidieron cumplir con sus obligaciones estrictamente legales, pero no sobrepasar esa línea ni un ápice. Les darían el amor justo para que crecieran emocionalmente sanos, les proporcionarían el alimento y el cobijo exactos para que sobrevivieran en condiciones normales, pero nada más. Serían voluntariamente negligentes en todo lo superfluo.
Cuando los niños fueron creciendo los llevaban a realizar actividades y deportes de riesgo. "¿Os apetecería saltar en paracaídas este finde?" "¿Un puenting esta tarde?" "Hemos leído que el salto BASE es la leche". Pero nunca les pasó nada malo, así lo quiso el destino.
Desesperados, nuestros negligentes padres llegaron a comprarle tabaco a los chavales cuando llegaron a la mayoría de edad. Los engancharon a la nicotina y a la marihuana, pero lejos de ocasionarles problemas, despertaron en ellos la creatividad y el genio artístico, y ambos se convirtieron en escritores de éxito.
Después de todo, habían sido buenos padres. Fracasaron. Los niños, ahora hombres, habían crecido sanos y fuertes, con un trabajo creativo bien remunerado, felizmente casados y esperando cada uno su primer hijo.
Eran unos abuelos malísimos por voluntad propia. Se arrepintieron en seguida de haber tenido nietos, casi cuando aún no habían empezado a caminar...
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