Ángel de la guarda
¿Cree usted en los ángeles de la guarda? ¿En los ángeles custodios? Ya sabe, seres de luz enviados para proteger y guiar a cada uno de nosotros. Figuras asexuadas, vestidas con túnicas blancas y con unas alas enormes y gráciles adosadas a la espalda. Yo también creía en ellos. Hasta que me estrellé con el coche. Era una noche fría y oscura. Las nubes tapaban la luna roja, por lo que era imposible distraerse al volante. Los limpiaparabrisas chirriaban con cada movimiento, intentando evacuar la lluvia que empapaba el cristal. La verdad es que siempre me gustó conducir con mal tiempo, es una especie de reto inconsciente, un apocalipsis a pequeña escala. Esa noche no corrí, me mantuve a noventa kilómetros por hora casi todo el trayecto. La luz de los faros se reflejaba en las gotas que impactaban contra la carrocería, como un ejército de diminutos kamikazes. Dejaba de acelerar en las curvas cerradas y procuraba cambiarme de carril para tomarlas con seguridad. En una de ellas, junto al arc