Polvos Remasterizados: Los WC portátiles guarros que hay en las ciudades
Inauguramos una nueva sección mientras
Decidió robar en una tienda carísima, de las que tienen datáfonos integrados en los cristales del escaparate. Cogió un bolso de Gucci y se lo metió a presión en la bragueta mientras las dependientas mantenían un caluroso debate acerca de la gravedad cuántica de bucles.
Salió por la puerta patizambo como un cangrejo y echó a correr en cuanto torció la esquina. Como era de esperar, los avezados seguratas se percataron del hurto vía Inteligencia Artificial y salieron en su busca para recuperar el bolso y, de paso, hostiar al tipo.
Lo atraparon en la calle de al lado, delante de un WC portátil de estos guarros que hay en las ciudades, fingiendo que esperaba a su novia sujetándole el bolso. Se le echaron encima y le dieron la paliza in situ, mientras me terminaba el helado. Tenía las manos tan pegajosas de chocolate y pistacho que me pareció de mal gusto intentar siquiera ayudarle.
Le pillaron por dos motivos: no se había abrochado la bragueta, y, el más importante, las tías nunca entran a los WC portátiles guarros que hay en las ciudades.
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